Arkaitz se llama así porque su hermano Igor conoció a un chaval del mismo nombre en unas colonias. A Naiara Alonso le encanta el nombre. Yon estaba condenado: su aitona, Juan; su amona, Juana; y su novia, Jone Pujana. Son dos chicos diferentes, pero una opinión compartida.
–Estaís metidos en un bonito proyecto, digo yo…
–Estamos muy volcados porque vamos a hacer lo que nos gusta.
–¿Y qué es lo que os gusta?
–Enseñar. Tenemos pasión por enseñar y eso es imprescindible para comunicar. Nos gusta estar con la gente, ser amables y conectar, procurando que las clases sean amenas lejos de cualquier imposición.
–¿Cuándo se empieza a gestar la idea?
–Llevamos pensando en la academia desde hace un par de años, pero la decisión se cerró un poquito antes de este verano. Teníamos unas referencias espléndidas de Dinamarca (Yon estudió allí) en cuanto a la forma de enseñar y nos dijimos a nosotros mismos: «tenemos que montar algo así por nuestra cuenta». No tardamos nada en ponernos de acuerdo. Además, teníamos muy claro que en Hondarribia hacía falta un centro de este corte, con una enseñanza menos reglada.
–Corren buenos tiempos para la lírica, digo para la música…
–Quizás en el apartado económico no tanto, pero la música tiene una salud impresionante, tanto en términos de creación como de composición.
–Hoy día, ¿se puede vivir de la música?
–De la enseñanza musical se puede vivir. Si hablamos de los músicos, de la ejecución de la música, la cosa se complica bastante. Eso es para unos pocos privilegiados.
–¿Os estaís buscando la vida o es que sois auténticos emprendedotes?
–Somos personas que aman la música, sin más apellidos.
–Y de qué manera amaís la música.
–Tocando y transmitiendo. Empezamos con guitarra eléctrica, acústica y clásica, sin dejar de lado frentes como el canto, la composición y la grabación. En este último sentido, enseñamos al alumno a grabar sus propias canciones en casa, sin necesidad de pasar por un estudio.
–Da la impresión de que la guitarra cobra mucho protagonismo en la academia. ¿Sí?
–Pues sí y es así porque este instrumento nos apasiona.
–¿Pero la guitarra tiene tanto seguimiento…?
–No te quepa duda. La guitarra ahora y siempre ha tenido un gran seguimiento entre los amantes de la buena música. La guitarra es más un símbolo que un instrumento. Cuando piensas en clave de rock o de otros muchos ritmos, lo primero que te viene a la cabeza es una guitarra. Piensa y ponte a prueba. Además, si nosotros tuviéramos una tienda, la imagen que colocaríamos en lugar preferente sería una guitarra. En definitiva y en nuestra opinión, la guitarra es el instrumento más versátil que hay y el que más estilos abarca.
–Vamos, que ofrece una diversificación muy amplia.
–Efectivamente, así es. Te da muchas posibilidades que no te ofrecen otros instrumentos. Por ejemplo, puedes cantar mientras la tocas. Si te vas al saxo o a la trompeta, esa opción desaparece.
–A la hora de decidiros por la academia ¿habeís hecho algún estudio de mercado?
–Nos hemos regido por la observación, fijándonos en el número de academias existentes en el espacio bidasotarra. Estaba claro que en Hondarribia había un hueco que vamos a tratar de llenar.
–¿Tiene futuro el sector de las academias?
–Estamos convencidos de que sí. Por ejemplo y siguiendo con la guitarra, estamos persuadidos de que mucha gente habría querido tocar este instrumento, pero no lo ha hecho porque no se ha atrevido; o, por lo que sea, no se ha lanzado. Ahora tiene esa oportunidad. Además, los hondarribiarras lo van a tener a mano y no tendrán que desplazarse a Irun como hasta la fecha.
–¿Teneís algún límite en cuanto a número de alumnos?
–Ninguno, podemos llegar al centenar. Ahora mismo tenemos veinte apuntados y ofrecemos las clases desde edad infantil, con seis chavales por clase y profesor.
–Pienso que, como en tantas cosas, no hay edad para aprender.
–Y piensas bien. Aprender no depende de la edad sino de las ganas que tengas. No hay límite alguno. A los tres años ya se puede empezar y tenemos hasta jubilados inscritos. Además…
–¿Sí…?
–Que nosotros ponemos los instrumentos, no hay que llevar nada de casa.
–¿Dónde os veís dentro de diez años?
–Nos gustaría pensar que en un local mayor, con clases de nuevos instrumentos y profesores. Vamos, nos encantaría seguir creciendo.
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