Las hermanas Sonia y Sandra Anabitarte inauguraron el jueves la cafetería-pizzería Attico en el número 25 del paseo de Colón.
Nacieron en Irun, pero Sonia y Sandra Anabitarte cruzaron el charco junto a sus padres, para instalarse en Venezuela, siendo aún muy pequeñas. El país latinoamericano las vio crecer: pasaron allí su infancia y juventud, hasta que hace catorce años todos, excepto Sandra, retornaron a la comarca del Bidasoa.
Se instalaron de nuevo en su ciudad natal, donde Sonia abrió su propio negocio, que años después tuvo que cerrar. Pero el pasado agosto Sandra regresó también de Venezuela y las hermanas decidieron emprender un nuevo camino juntas. «A las dos nos encanta cocinar. Yo me dedico más a la repostería, mientas que a Sandra le gusta más preparar platos salados. Así que, como ambas nos complementamos, decidimos abrir una cafetería-pizzería», cuenta Sonia.
La elección del local no fue fácil. «Ninguno de los que veíamos encajaba con lo que buscábamos». Hasta que descubrieron el espacio situado en el número 25 del paseo de Colón, «una ubicación ideal y un local perfecto».
Comenzaron entonces, el pasado mes de enero, a realizar las obras de reforma, que se han alargado más de lo esperado, pero por una buena razón, «queríamos un horno de piedra para hacer las pizzas y los panes. Ha tardado bastante tiempo porque el proceso de construcción del mismo es largo y después hay que montarlo dentro de la cocina, pieza por pieza. No obstante, la espera ha merecido la pena».
Y así, el pasado jueves, las hermanas Anabitarte -junto a su equipo, compuesto por Nagore Calvo, Alberto Sinde y Omar Hussein- abrieron las puertas de la cafetería-pizzería Attico. «Lo hemos llamado así porque de jóvenes, en Venezuela, solíamos ir mucho a un bar que se llamaba Atico y guardamos muy buenos recuerdos de aquello. Después decidimos añadirle una ‘T’, que significa emprendimiento, crecimiento y prosperidad», explican.
Durante el acto de inauguración, Sonia y Sandra estuvieron arropadas por los suyos: sus padres, Juan José Anabitarte y Nacho Justina García, además de Ignacio y Eva Anabitarte, Manoli Ramírez, Javier García, Iñaki Oyarzabal, Aitor Sagarzazu, Maite García, Salvador y Dino Sca la, Concceta Falco y Anie Iribarren acompañada por Leopoldo y Nathalie García.
Se encontraban igualmente presentes en Attico Odei Sagarzazu, Karmele Urtizberea, Mentxu Colina, Olga Sánchez, Mari Carmen Sansinenea, Pilar Díez en compañía de Santiago y Erika Osa, Carmentxu García con Roger Cremades y Ane Gaztelumendi junto a Guillermo Ripa.
Poco a poco fueron llegando al local más familiares y amigos como Alex García, Saioa Sagarzazu, Ana Blanca Rodríguez acompañada por Marisol Benitez y Justo Calderero, Ainara Aguilar en compañía de Mikel Martín y Peio Errazkin, además del grupo compuesto por Edurne Martínez, Clarisa Cartón, Yolanda Sobrino, Ana Telletxea, Yolanda Colina, David Contreras y la pequeña Jone Bejareno.
Tampoco faltaron a la cita Paul García, Alberto Paniagua junto a María Ignacia Arrúe, Izaskun Gokioetxea con Tomás Telletxea y Monique y Camille García.
De la cocina de Attico no paraban de salir pinchos y, por supuesto, pizzas hechas en el horno de piedra. «Aquí lo hacemos todo a mano, de forma tradicional, sin utilizar productos congelados o pre-cocinados. Todo lo hacemos nosotras, desde las patatas hasta la masa de la pizza, pasando por toda la pastelería y bollería y por muchas cosas más».
En cuanto a la carta, esta incluye «un poco de todo. Raciones, pinchos, pizzas, parrilladas y, por supuesto, entre muchas otras cosas, un plato venezolano llamado ‘taqueños’ hecho a base de palitos rellenos de queso», contaron las hermanas. Para degustar todos estos platos, cuentan con dos comedores interiores y una terraza.
Con aquel pequeño acto inaugural, las puertas de Attico que daron abiertas, y así permanecerán de ahora en adelante, a diario, desde las ocho de la mañana hasta las diez de la noche -las once los sábados y vísperas de festivo.
¡Mucha suerte, Sonia y Sandra, en esta aventura.