Aitor Criado e Isabel Arrillaga ocupan dos de las tres parcelas de Bottika dedicadas a la agroaldea. Mikel Valero y Eneko Huarte, de la cooperativa Aldatsa Baratza, se encargan de cultivar la tercera. Gracias a esta iniciativa, todos ellos tienen la posibilidad de acceder a un terreno, «algo muy complicado en Hondarribia», para aquellos que se quieren dedicar a esta actividad.

Este espacio, que está gestionando por Behemendi Elkartea, ha sido cedido por el Ayuntamiento con el fin de impulsar el sector agrario en la ciudad. De momento, es para los próximos cuatro años y luego se verá la posibilidad de prorrogarlo. La premisa para optar a una de las parcelas era que se destinara a la horticultura ecológica, además de mantener y cuidar el espacio e instalaciones.

En los dos primeros casos ya conocían bien esta zona de Bottika porque el año pasado hicieron en estos mismos terrenos un curso incluido dentro del programa Hondarribia Abian para el fomento del desarrollo y el empleo. Ambos tienen familia vinculada al caserío, pero por diversas circunstancias no se habían dedicado a la agricultura como una forma de ganarse la vida.

Criado recuerda que «siempre tenía esta ilusión. En casa se comentaba que era difícil vivir del campo y me fui metiendo en otros trabajos hasta que me quedé en paro. Salió la opción del curso, se empezó hablar de la agroaldea y no lo dudé». Y, de momento, está «muy a gusto» cultivando su propia parcela porque «es una tierra muy buena».

Sobre estos primeros meses, añade que los inicios «son duros porque el trabajo te supera por todos los lados». Arrillaga coincide con esta afirmación. «Tienes que hacer muchas cosas, sin olvidar la parte de la comercialización. Pero disponer de un terreno ya es mucho para tratar de tirar hacia delante», dice. Tendrán la posibilidad de vender en la azoka para dar salida a sus productos y, en su caso, «al haber estudiado en Francia, intentaré pasar también al otro lado. Y luego, el boca a boca con particulares o algún restaurante».

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Se trata de la quinta edición del Día del Cómic Gratuito Español, iniciativa en la que la tienda irunesa participa por segunda vez

 Fuente DV: IÑIGO MORONDO | IRUN.

El arte del cómic se identifica a menudo con superhéroes coloristas y, fundamentalmente, americanos. No es de extrañar, cuando de las viñetas han salido los grandes personajes y las fabulosas historias que revientan las taquillas de las salas de cine estos últimos años. Pero es una asociación injusta, pobre al menos. Porque en las páginas de los tebeos se encuentran muchas más cosas, no sólo superpoderosos seres y, por supuesto, no sólo norteamericanos.

Para descubrir cuanto se esconde entre esas páginas con olor a tinta impresa, el segundo sábado de cada mes de mayo, los editores españoles y una cada vez más amplia lista de tiendas especializadas de todo el país se alían en el Día del Cómic Gratuito Español. Irun participa en esta generosa iniciativa a través de Tinta Cómics, el establecimiento comiquero de referencia en la ciudad. El año pasado fue el primero en el que Tinta distribuyó cómics gratuitos «y fue un éxito», señala su propietaria, Miren Itxaso Martín. «Hubo muchísima gente». Aunque para llevarse uno de los 190 ejemplares gratuitos que distribuirá mañana ella sólo hay que pasarse por la tienda y elegir uno de entre los disponibles, «mucha gente aprovechó para llevarse alguna otra cosa». Pero el éxito, más que por la caja se debió a que «más o menos la mitad de la gente eran clientes habituales de la tienda y la otra mitad, clientes muy poco habituales o que venían por primera vez». En los fundamentos del Día del Cómic Gratuito está el agradecimiento en forma de regalo al lector fiel y también el deseo de extender la palabra escrita en bocadillos entre quienes la conocen menos o nada, mostrándoles el nivel del cómic actual, que ha dejado de ser un producto exclusivamente dirigido a niños y jóvenes.

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